Desde hace mucho tiempo, las instituciones de gobierno y las personas que las dirigen han utilizado las leyes para someter a personas y comunidades como los pueblos originarios, las organizaciones sociales no estatales y las personas que salimos de “lo normal”. El objetivo ha sido imponer lo blanco, adinerado y heterosexual como lo válido y con más poder a través de castigos hacia quienes no cumplimos con estas características. A estas penas y a las herramientas que se usan para llevarlas a cabo lo llamamos punitivismo.
El punitivismo es…
La herramienta del derecho penal con la que se castigan las conductas que se consideran faltas ante la ley y a las cuales llamamos delitos. La forma del castigo es distinta de acuerdo a la gravedad considerada por el hecho realizado. Puede ser económico, como una multa, suspensión de derechos, como no poder ver o visitar a tus hijes, privativo de libertad, que es otra manera de llamar a la cárcel, entre otros.
En teoría, el derecho penal utiliza las penas como herramienta de control para “mantener el libre desarrollo de una comunidad”. Se supone que funcionan en primer lugar para disuadir a la comunidad de cometer estos delitos. En caso de no ser suficiente, se busca que la persona o personas que infligieron el daño lo retribuyan a través de una condena, y que sean rehabilitadas para después reintegrarse a la sociedad y no cometer de nuevo estas faltas.
La cuestión con el punitivismo es que:
- Concentra los problemas estructurales –como la desigualdad, la violencia, la falta de acceso a derechos- en acciones individuales de las que se desconocen los motivos por los que estos existen.
- Únicamente se activa una vez que el daño ya fue causado.
- Tiene como finalidad castigar la conducta. Considera que las faltas a la ley son excepciones aisladas causadas por una persona: por su anormalidad, tendencias a la maldad o por sus carencias de socialización.
Pero ninguna de estas tres características ha demostrado eficiencia, ni la reinserción, ni la disuasión, ni la rehabilitación. La realidad es que este sistema de castigo no ofrece herramientas para la transformación de la realidad.
¿Qué es la justicia para el punitivismo?
No hace falta hacer una investigación exhaustiva del sistema jurídico mexicano para saber que existen altos índices de impunidad y que este funciona a conveniencia de quienes tienen poder –ya sea por estatus, dinero, posición política, etcétera-.
Desde su invención, el Derecho fue creado como una institución patriarcal con sesgos de género, raza y clase y es la manera en la que sigue funcionando hasta hoy. Prácticas como la protección a los agresores, la revictimización y la culpabilización de las victimas son de las estratégias más comunes. Acudir a instancias estatales para la exigencia de justicia representa un tortuoso y largo proceso lleno de malos tratos.
Cuando usamos las gafas del sistema punitivista, la justicia es sinónimo de aplicar sentencias que reconocen que una persona es culpable de una falta e imponen una pena. Se cree que llevar a cabo el castigo es darle la razón a la víctima. Sin embargo, nos preguntamos… ¿es suficiente para reparar el daño causado?
Estas sentencias entonces individualizan un problema que es mucho más grande y complejo, lo minimizan y concentran en conductas personales, dejando de lado el contexto y eximiendo al Estado de su responsabilidad.
¿Qué resultado tienen las prisiones en el agresor y la víctima?
Desde el punitivismo, el castigo más significativo es la pérdida de la libertad y algunos otros derechos. Cuanto mayor sea el daño causado, mayor tiempo se debe pasar en prisión. Sin embargo, la cárcel nunca ha significado un cambio en el proceso que se transita.
De los pocos delitos que se denuncian aún menos llegan a una sentencia condenatoria. Cuando lo hacen, es después de un desgastante y costoso procedimiento al que deben dar seguimiento las víctimas. Sin embargo, este proceso está lejos de reparar el daño causado y brindarles justicia.
Las cárceles no son entornos donde la reinserción social sea una vía porque hay muchas violencias y violaciones de Derechos Humanos de por medio. Al responsabilizar a un individuo jamás se modificará un problema estructural. El sistema punitivista se olvida del aspecto social de la violencia y los múltiples factores de desigualdad que la causan.
Y entonces…¿qué alternativas tenemos?
Ante las diversas fallas del punitivismo como estrategia de reparación y atención a la violencia nos hemos encontrado con diversas propuestas para dar respuesta a la falta de justicia:
- La exigencia de creación y proposición de políticas públicas que atiendan las causas reales de la violencia, a través de mecanismos diversos que sean transformadores de la realidad.
- Acciones encaminadas a darnos memoria y verdad como piso común para acceder a la justicia. Brindar reconocimiento a nuestras propias vivencias sin esperarlo a través de una sentencia o acción estatal.
- Repensar la reparación del daño, poner en el centro a las víctimas, atacar las desigualdades para volver a la comunidad y construir alternativas a las estructuras de poder.
Nuestra mayor apuesta para generar justicia es la garantía de no repetición y a esto no se puede llegar sin hacer un análisis de contexto y de las causas reales de la violencia.