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¿Qué es la autonomía progresiva?

En esta sección compartiremos qué es la autonomía progresiva, así como algunos consejos prácticos para asegurarnos de que estamos respetando la autonomía de infancias y adolescencias que atraviesan una situación de violencia, a la vez que velamos por su bienestar.

Cuando tenemos una relación cercana con una infancia o adolescente, ya sea porque son nuestres hijes, les cuidamos, o porque hacemos parte de su formación y desarrollo, es común que intentemos protegerles y hacer todo lo que esté en nuestras manos para garantizar que no tendrán que pasar por una situación desagradable o de peligro. Cuando hacemos esto, a pesar de que actuamos desde el amor o cariño que les tenemos, en ocasiones, recurrimos a técnicas como prohibir conductas y restringir o anular su poder de decisión sobre su desarrollo y sus vidas. Esto es particularmente cierto cuando tenemos conocimiento o sospecha de que este niñe o adolescente atraviesa una situación de violencia.

De manera paradójica, estas técnicas prohibitivas, más allá de velar por el bienestar de la persona que queremos cuidar, suelen poner nuestros miedos, deseos, y percepciones por encima de sus necesidades. Por ello, es importante que antes de tomar una decisión por les niñes o adolescentes, primero podamos preguntarnos si estamos respetando su autonomía y, por lo tanto, si estamos poniendo su interés y bienestar en el centro.

Tomar decisiones es una habilidad que se aprende, practica y perfecciona, es deseable que les niñes y adolescentes tomen decisiones de acuerdo a su edad. Se puede comenzar decidiendo qué ropa se pondrán, qué comer, a qué jugar, etcétera. Es importante aumentar la relevancia de las decisiones que acompañamos, esto genera confianza y construye criterio, lo que mantendrá a les niñes y adolescentes más segures al contar con más herramientas y experiencia para tomar decisiones.

Las infancias y adolescencias son sujetas de derechos, como tú y como yo. Esto significa que, desde su nacimiento, cuentan con derechos fundamentales que irán ejerciendo en la medida en la que crecen, empezando, por ejemplo, con el derecho a tener una identidad y recibir un nombre, alimento, asistir a la escuela, y así sucesivamente.

Sin embargo, los derechos no son algo existe en el vacío, sino que, para gozar de estos, las personas requerimos de algunas condiciones primordiales. La primera es que nadie condicione el ejercicio de dichos derechos, ni por nuestra identidad, ni por cómo nos vemos o de dónde venimos, ni por la edad que tenemos.  Es decir, para que podamos ejercer nuestros derechos, debemos tener autonomía y libertad.

Cuando hablamos de autonomía progresiva nos referimos específicamente a que, en la medida en que las infancias y adolescencias van creciendo y desarrollándose, van fortaleciendo y adquiriendo facultades de manera gradual. Todas las personas, conforme adquirimos más herramientas para saber qué es mejor para nosotras, necesitamos más libertad para elegir aquellos caminos que nos llevan al bienestar y, por ende, necesitamos que se respeten las decisiones que tomamos por nosotres mismes.  En palabras simples, a mayores habilidades, mayor autonomía, mayor independencia y menores restricciones.

Es importante que tomemos en cuenta que cada persona tiene herramientas diferentes para decidir qué es lo mejor para sí,  y que éstas no son niveles que se van desbloqueando cada cumpleaños, – como un videojuego- , sino que se desarrollan de manera gradual y progresiva. Como resultado, cuando queremos velar por el bienestar de una persona que cuidamos y que está atravesando una situación de violencia, debemos garantizar que estamos facilitando las condiciones para que la persona pueda tomar decisiones en autonomía, considerando la evolución de sus facultades. Para ello, te dejamos algunos consejos:

1. Tómate el tiempo de pensar en el grado de madurez y desarrollo de le niñe o adolescente de manera honesta. Intenta no pensar únicamente en su edad, sino en su aptitud para tomar decisiones, asumir riesgos y consecuencias. Este es un buen primer paso para evaluar qué herramientas tiene la persona y por ende, de qué manera requiere o no tu involucramiento en la situación. 

2. Pregunta para no asumir. Una buena idea para conocer qué necesita la persona es hacer unas preguntas breves para saber que entiende la situación, que te transmita cómo la hace sentir y qué considera que necesita de ti. Algunas preguntas útiles son:

  • ¿Me puedes contar qué es lo que pasó o está pasando?
  • ¿Cómo te sientes con esa situación?
  • ¿Hay algo específico que te preocupe? ¿Hay algo que te gustaría que haga?
  • ¿Te sentirías cómode si hacemos X?

3. Platica la situación con elle, comunícate de manera directa y asertiva, sin intentar ocultar cosas, sino hacerlas comprensibles según su grado de desarrollo, utilizando lenguaje amigable y comprensible para elles.

4. Inclúyele en la toma de decisiones. Sin importar su nivel de desarrollo, comunícate con elle, hazle saber que te preocupa la situación, que quieres que juntes piensen en vías para garantizar su bienestar y que no tomarás decisiones sin conocer antes cómo se siente y qué piensa.

En caso de que la persona no tenga las facultades para elegir de manera autónoma, antes de tomar una decisión, comunícasela. También puedes presentarle una serie de opciones para que, en conjunto contigo, pueda elegir lo que considere que es mejor. Para explorar juntes opciones, puedes consultar las demás herramientas disponibles en esta plataforma.